Sangre en el Altar
Madre reconoce
este mi cadáver…
soy lo muerto…
una voz que se apaga
un sonido que se pierde…
madre, ven, soy yo el muerto.
Esa sangre en la arena
es la tuya…
vuelan televisores,
pantallas planas…
el plasma se escurre
por entre mis antenas.
Sentía el dolor…
el dolor se apoderaba de mi…
entonces los besos de albaca
en la frente
adormecían las heridas…
Buenas noches
le dijo al salero
único acompañante
de aquella velada…
aunque debo confesar
que el florero se sintió
bastante ofendido…
el trigo en el campo madurando,
la manzanas en el palar…
los botes en el muelle,
descalza en mis retinas,
tus colores desordenados.
Tan solo respira
sobre mis labios,
en una flor,
el universo entero
descanza de mi amor.
Calla, las estrellas
aún duermen…
baja la voz.
Tres veces tu nombre
apareció en el pastel naranja…
tu sonrisa de árboles
y tu carácter de volcanes.
No, no te vayas
tengo dos besos
en el congelador
que están fresquitos
tengo uno sabor por siempre
que está de miedo.
Un vendedor de libros
empuja el amor
hacia los confines del recuerdo,
mi lengua, la barca de Odiseo
en la isla de Calixto…
yo, el verso de agua salada…
en tus besos de miel.
Un suspiro pende de una estrella,
un coro de orgasmos,
una caricia hecha poema,
el fuego del dragón templando
nuestros espíritus,
dos versos de fuego
estampados en tus glúteos de Hada.
Y nos dormimos…
entregados desnudos
hacia el sol…
en un abrazo
que nos llevaría
hasta el amanecer.
0 Comments:
Post a Comment
Subscribe to Post Comments [Atom]
<< Home